Un portal a un nuevo universo: el descubrimiento sobre los agujeros negros que lo cambia todo
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Los agujeros negros han fascinado a científicos y amantes de la astronomía durante décadas. Estos fenómenos astronómicos se forman cuando una estrella masiva agota su combustible nuclear y colapsa bajo su propia gravedad. Como resultado, el campo gravitacional se vuelve tan intenso que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su atracción, lo que les otorga su nombre característico. La «superficie» de un agujero negro, conocida como horizonte de eventos, marca el límite más allá del cual la luz y la materia no pueden regresar.
Uno de los datos más fascinantes sobre los agujeros negros es su capacidad para influir en el espacio y el tiempo. Según la teoría de la relatividad general de Einstein, estos objetos pueden deformar el tejido del espacio-tiempo, creando un efecto similar al de una esfera pesada colocada sobre una manta estirada. Otro aspecto intrigante es la existencia de los agujeros negros de partículas, que se teoriza que podrían haber surgido en los primeros momentos del universo. A pesar de su naturaleza extrema, los agujeros negros también emiten radiación, conocida como radiación de Hawking, lo que sugiere que pueden eventualmente evaporarse y desaparecer.
Los agujeros negros podrían ser accesos a universos paralelos
Los agujeros negros son fenómenos cósmicos fascinantes que actúan como auténticas aspiradoras del universo, absorbiendo gas, polvo, luz, planetas e incluso otras estrellas. Estos objetos vienen en diversas formas y tamaños, desde los agujeros negros supermasivos que residen en el centro de las galaxias hasta los microagujeros negros, que podrían ser una manifestación de la esquiva materia oscura.
El físico de Harvard, Aví Loeb, describe a los agujeros negros como «la prisión definitiva», donde cualquier objeto que cruce su horizonte de sucesos queda irremediablemente atrapado. Este horizonte representa un límite crítico, más allá del cual las leyes de la física tal como las conocemos empiezan a desvanecerse, dando paso a lo que se conoce como singularidad. Este concepto preocupa a muchos físicos, ya que desafía las teorías fundamentales sobre el universo.
Una hipótesis muy interesate proviene de Nikodem Poplawski, profesor de la Universidad de New Haven, quien propuso que los agujeros negros podrían no contener singularidades. En su lugar, argumenta que estos podrían funcionar como agujeros de gusano, conectando nuestro universo con otro. En su artículo de 2010, Poplawski sugiere que la torsión, una propiedad aún no confirmada del espacio-tiempo, podría ser clave para entender estos misterios.
La teoría de Poplawski plantea que, en vez de llevar a una singularidad, el interior de un agujero negro podría estar vinculado a un «agujero blanco», que emite materia en lugar de absorberla. Esta idea implica que lo que conocemos como Big Bang podría ser el resultado de este proceso, donde un universo colapsante genera un nuevo espacio en expansión.
Aunque la teoría de Poplawski todavía no se ha podido verificar empíricamente, muchos investigadores, como el doctor Dejan Stojkovic, la consideran sólida desde un punto de vista lógico. Esta perspectiva innovadora reabre el debate acerca de la estructura del cosmos y el potencial de los agujeros negros como portales a dimensiones desconocidas.
Hallan el primer agujero negro triple
Un grupo de físicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y Caltech ha realizado un descubrimiento sorprendente: un sistema triple de agujeros negros que gira en torno a sí mismo, situado a unos 7.800 años luz de nuestro planeta. Este hallazgo es inédito, ya que nunca se había identificado un sistema con tres agujeros negros interactuando de esta manera.
Tradicionalmente, se creía que los agujeros negros se formaban únicamente en situaciones extremas del universo. Estos objetos presentan una gravedad tan intensa que nada puede escapar de ellos, ni siquiera la luz. Normalmente, un agujero negro surge del colapso de una estrella al final de su vida en lo que se conoce como una supernova. Sin embargo, surge la pregunta: ¿es posible que no todos los agujeros negros se formen de esta forma violenta?
Desde que los astrónomos comenzaron a explorar el universo, han catalogado diferentes tipos de agujeros negros: estelares, supermasivos e incluso binarios, que consisten en un agujero negro y un segundo cuerpo, como una estrella o una estrella de neutrones, que orbitan entre sí. Pero la existencia de un agujero negro en un sistema ternario era hasta ahora desconocida.
El sistema descubierto, V404 Cygni, se encuentra en la Vía Láctea. Inicialmente considerado un sistema binario de rayos X, ahora se revela como un sistema triple: un agujero negro que consume material de una estrella compañera, mientras que una segunda estrella, a mayor distancia, también orbita el agujero negro. La estrella más cercana completa una órbita en 6,5 días, mientras que la más alejada lo hace cada 70.000 años.
Los científicos sugieren que V404 Cygni podría haberse formado mediante un «colapso directo», sin la explosión violenta de una supernova. Esto plantea interrogantes sobre la formación de agujeros negros y abre la posibilidad de que existan más sistemas triples en el universo.